Nuevas aventuras en New York pt1

Día 1

“Welcome to New York”

Ahí estaba yo, casi como si se tratara de una canción de Journey, “just a city boy… took the midnight plane going anywhere”. Me encontraba de nueva cuenta en New York, mucho antes de lo que yo hubiera esperado. Tan pronto que era como si el tiempo no hubiera transcurrido desde la última vez que estuve ahí, hace solo seis meses.

Hay un sabio proverbio que dice “Si algo bueno te pasa, viaja para celebrar. Si algo malo te pasa, viaja para olvidar. Si nada te pasa, viaja para que algo pase”. Esta vez viajaba por una combinación de todo. Había terminado de trabajar en un lugar en el que fui inmensamente feliz. Todo había terminado por causas ajenas a mí, así que me embargaba esa sensación agridulce al recordar todo lo increíble que fue esa experiencia y el recordar también que esta había terminado. Por otra parte, esta misma semana había ido ya a algunas entrevistas de trabajo y me sentí bien en ellas, así que me emocionaba la idea de lo que fuera a venir.

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Miro el letrero sobre mi cabeza que reza “Welcome to New York” y no puedo evitar sentir cierta agitación. Aún no sé qué es lo que tiene este lugar que me tiene tan fascinado desde hace exactamente hace dos años que vine por primera vez. Camino con cierta prisa, embargado por un gran entusiasmo, y tomo el Air Train hacia la Jamaica Station para tomar el metro que me llevaría a la ciudad. Recuerdo la primera vez que vine y lo perdido y confundido que estaba y sonrío internamente. Esta vez no me pierdo ni me confundo, mi andar es casi mecánico, como si hubiera estudiado cada paso y cada vuelta que daba. De esta manera, logro mezclarme entre el resto de los newyorkers que se pasean apresurados de un lado a otro y dejo de parecer un turista.

Espero unos cuantos minutos en lo que llega la línea “E”, la cual me llevará a mi destino. Al subirme al vagón, me siento en un lugar vacío e inmediatamente pongo en mi iPod el cover de Mikey Wax de “Welcome to New York”, cantada originalmente de Taylor Swift para entrar en el mood. Me esperan 40 minutos de trayecto, así que mientras me dispongo a perderme en mi playlist y a observar a la gente que me acompaña en el metro. Es increíble ver lo diferente que es cada persona una de otra. ¿Qué estará pasando por sus cabezas?, ¿Cuáles serán sus historias?

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Me bajo finalmente en mi parada, 14th Street y 8va Avenida. Salgo de la estación del metro y respiro por primera vez en este viaje el aire de Manhattan. Esta vez me encuentro en Meatpacking District, el cual es un lugar que a simple vista se ve más tranquilo que otros lugares de esta ciudad. Por un instante me siento como si estuviera por primera vez en Nueva York, pues jamás había estado en esta zona de la ciudad. Camino unas cuantas cuadras hasta que finalmente llego al departamento. Dejo mis cosas y enseguida salgo a conocer la zona.

A una cuadra me encuentro con el Chelsea Market, así que me dispongo a ir para conocerlo. Tal como su nombre lo indica, este es un mercado en el que hay gran variedad de pequeños restoranes para comer o puestitos en donde venden un poco de todo.

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Llevaba un par de horas sin comer, así que me compro un sándwich y un agua mineral y me los termino en cuestión de minutos. Sigo deambulando por Chelsea Market y encuentro al fondo una librería. Me doy una vuelta por ahí mientras le echo un vistazo a los estantes de la tienda y finalmente camino en dirección al departamento.

No había dormido nada, en verdad absolutamente nada. Mi vuelo salió a altas horas de la madrugada, así que no tuve tiempo de dormirme antes. De igual manera, tampoco logré dormirme en el avión. Lo cierto es que siempre se me dificulta dormir en todo tipo de medio de transporte y, esta vez, no había sido la excepción. Hasta el momento no estaba cansado, pero me temía que el cansancio fuera a pegarme duro al día siguiente, así que decidí irme a dormir un rato (odiaba la idea de ir a dormir, pero pensaba que era lo mejor).

Al despertarme, la noche ya había caído por completo. Me levanto de un brinco y me salgo a caminar un rato por los alrededores para buscar algo de cenar. Aún me cuesta un poco creer que estoy en Nueva York, pero el solo hecho de pensarlo me dibuja una enorme sonrisa en la cara.

Día 2

“From New York to Neverland”

Me despierto y al cabo de unos minutos ya estoy bañado, arreglado y vestido; no soporto la idea de que se me vaya el tiempo sin aprovecharlo de verdad. Camino poco menos de una cuadra y tomo la línea “A” del metro en dirección a “Uptown”. Luego de unas cuantas paradas llega mi turno de bajarme y, una vez hecho esto, camino solamente unas dos calles más para llegar a mi primera actividad del día.

Siento una especie de vuelco al corazón en cuanto veo a pocos pasos de mí las instalaciones de la ONU, uno de mis dream jobs. Lo primero que se alcanza a ver es una hilera de banderas de los estados que conforman la ONU, las cuales están ordenadas en orden alfabético, desde Afganistán hasta Zimbabwe. Detrás de estas se ve una construcción que se extiende de un lado al otro de las instalaciones y, finalmente, se puede ver una torre que se erige a lo alto muy por encima de todo lo demás.

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Me formo en una fila que se situaba a un costado de un letrero que rezaba “Visitors” y al cabo de unos minutos nos llaman a una pequeña sala. Ahí pasamos un filtro como si se tratara de un aeropuerto, en donde nos hacen quitarnos cinturón y zapatos para revisarnos con el detector de metales, así como a nuestras pertenencias. Entrego mi identificación a un oficial y me imprimen un pase de entrada. Salgo de aquella sala de inspección y oficialmente estoy en las instalaciones de las Naciones Unidas. Lo primero que veo es una escultura de una pistola con la punta atada en un nudo, queriendo dar un mensaje anti-arma o anti-violencia.

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Entro al interior del edificio y a unos cuantos pasos veo el stand de visitas guiadas. Compro mi boleto para el siguiente tour, el cual empezaba en 15 minutos. Me sentía como niño chiquito en dulcería al saber que en poco tiempo iba a hacer una visita por las instalaciones de la ONU. Se me hizo muy buena manera de empezar oficialmente mi viaje, no entendía por qué no había venido las veces anteriores.

Llega nuestro guía y nos reúne a todos los que tomaremos el tour. Resulta ser que nuestro grupo es bastante diverso, me acompañan ingleses, brasileños, franceses, japoneses y gringos. Subimos por unas escaleras y vemos desde arriba la entrada a la ONU y la hilera de banderas que vi poco antes de entrar. Después de esto continuamos y nos llevaron al interior de la sala del Consejo de Seguridad.

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El consejo de seguridad es un órgano permanente de la ONU, su función principal es mantener la paz y la seguridad internacional Para lo anterior puede llevar a cabo medidas militares o no militares. Este se compone de 15 miembros de las Naciones Unidas, cinco estados permanentes que son China, Francia, Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos y diez estados no permanentes que duran dos años como miembros.

Saliendo de esta sala nos llevaron a la sala del Consejo Económico y Social, el cual se encarga del fomento en materia económica, cultural y social. No pudimos detenernos mucho tiempo en este lugar, dado que se encontraban en sesión.

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Al salir nos topamos con un pasillo en donde reposan unas letras que dicen “Human Rights”. A un costado de estas, cuelgan unas bellas y elaboradas litografías realizadas por el artista brasileño Octavio Roth. Cada una enuncia uno de los artículos que conforman la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Aunque ya había estudiado los artículos con anterioridad, primeramente por mi interés en el tema de derechos humanos y, en segundo lugar, por mi tesis, me detuve a leer todos y cada uno de ellos con detenimiento, también para apreciar el trabajo de este artista.

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Seguimos con el recorrido mientras nos explicaban más temas relacionados con la ONU, tales como el ejército de cascos azules de las Naciones Unidas o los Objetivos de Desarrollo del Milenio; temas que yo escuchaba con gran interés, como si fuera un niño recorriendo cualquiera de los parques de Disney. Además, todos estos temas tan fascinantes y tan interesantes me recordaban mucho a mi clase favorita de toda la carrera, Derecho Internacional Público. Me encantaría detallar aquí todo lo que nos explicaron sobre estos temas, pero me temo que si lo hago, mi post va a quedar sumamente largo y nadie lo va a querer leer, así que como siempre digo, cualquier interesado, con mucho gusto le acepto un cafecito para hablar de estos temas.

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Finalmente llegamos a uno de los puntos de mayor interés dentro del recorrido, la sala de la Asamblea General de la ONU. Esta Asamblea General es el órgano supremo de las Naciones Unidas. Esta se encarga de tratar los asuntos más importantes, tales como resoluciones en materia de paz, presupuesto o la designación de los estados que integrarán los demás órganos. No sé, pero para mí en lo particular fue una experiencia increíble el poder conocer esta sala, no tengo palabras para describir lo que experimenté. Poco antes de terminar encuentro sobre uno de los muros una frase que me encantó, “La ONU no fue creada para llevar a la humanidad al cielo, sino para salvarla del infierno”. Hasta se le pone a uno la piel chinita, ¿no?

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Terminando el recorrido pasé a la tienda de souvenirs y me compré la Carta de las Naciones Unidas y el Estatuto de Roma para mi colección de constituciones de todo el mundo. Salí de la ONU bastante contento en realidad. Para alguien a quien le apasionan tanto los temas relacionados con derecho internacional, derechos humanos o los temas de la humanidad en sí, esta es una experiencia que no pueden perderse.

En seguida me incorporo a Central Park. No lo puedo creer, se ve tan diferente a cuando estuve aquí en marzo, es como si estuviera en otro lugar. Predominan a mi alrededor distintos tonos de verde, aunque en ciertos tipos de árboles ya se ven ciertos destellos de amarillo y naranja que se asoman temerosos, casi con cautela, para comenzar a abrirle paso poco a poco al otoño (mi estación favorita) y decirle adiós al verano.

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Llego a una parte del parque que se llama “Sheep Meadow”, el cual es un campo que se extiende a lo largo hasta perderse en una hilera de árboles al fondo. El lugar está lleno de personas haciendo de todo tipo de actividades, unas juegan con alguna pelota, otras con sus perros, otras leen y otras están tendidas sobre el pasto. Me dispongo a hacer lo mismo que estos últimos y me recuesto sobre el pasto, cruzando ambos brazos por debajo de mi cabeza para descansar un poco y disfrutar mi playlist.

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Luego de un rato camino nuevamente y me dirijo hacia Times Square para buscar algo de comer. Luego de esto me dedico a pasearme por las tiendas cercanas.

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Hago la fila para los tickets de Broadway, mientras espero mi turno me debato por cuál obra ir a ver, estoy entre “Finding Neverland”, “Matilda”, “Les misérables” y “The king and I”. Las cuatro se me antojan, pero no puedo decidirme por una, además de que aún no sé cuántas obras veré en el viaje. Finalmente llego al frente y la señorita de la taquilla me pregunta un tanto agitada que para cuál obra quiero boletos, aún un tanto indeciso se me ocurre decir que para “Finding Neverland”.

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Disfruté mucho la obra de inicio a fin, no pude haber estado más contento con mi decisión. Reí, se me erizó la piel y en un momento llegué a tener una lágrima atorada a punto de brotar (nunca he llorado en una película o en una obra). Puede parecer cursi, pero diría yo que la obra tiene mucha magia. Totalmente recomendable. Al salir de la función, pude tomarme una foto con el actor principal, Matthew Morrison (Glee). Muy mala la foto, pero ahí está.

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Después del teatro fui a cenar y a dormir para estar lleno de energía para todo lo que New York me tenía preparado para el día siguiente.

… continuará…

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