La flor

Se encontraba la pequeña sola en el jardín, tal y como se había vuelto común desde hace unos cuantos días. Permanecía silenciosa, casi inmóvil, lo cual era muy poco usual en ella, ya que todos estaban acostumbrados a verla dar volteretas por toda la casa mientras canta o ríe.

Suspiró hondo y levantó la vista del césped para clavar la mirada en el columpio que se mecía ligeramente con el vaivén del viento. Al cabo de unos cuantos minutos, algo captó su atención. Pudo ver que algo se ocultaba entre los arbustos cercanos. Definitivamente había algo, o alguien y, claramente, este la observaba.

-¿Quién está ahí? -dijo con su vocecita. No sintió miedo al sentirse observada en su jardín, más bien, curiosa.

La figura permaneció inmóvil por unos cuantos segundos y poco después pareció reaccionar. Se levantó sigilosamente y se acercó a la pequeña con parsimonia.

– ¿Quién eres? -dijo mientras aquella criatura se acercaba a ella. -¿Qué haces aquí?- Su escaso vocabulario dado a su corta edad limitaba su capacidad de describir lo que veía. Tenía forma humana, pero no podría decir si realmente se tratara de un humano. Tenía un aspecto un poco extraño, mas no desagradable ni atemorizante. Seguía sin sentir miedo ante tan abrupta visita, su curiosidad seguía acrecentándose, aunque sentía que quizás no era correcto permanecer ahí.

– Hola. – dijo la criatura con su voz aterciopelada luego de acercarse a la pequeña y sentarse cerca de ella.

-Hola. -respondió ella con un poco de timidez e intriga.

– ¿Cómo estás? -preguntó la criatura, ente, lo que fuera. -Te noto triste, ¿qué pasa?

– Mis papis me han dicho que no debo hablar con extraños.

La criatura soltó una pequeña risilla. -Yo no soy ningún extraño.

– Pues nunca te había visto, no me sé tu nombre.

– Pero yo sí me sé el tuyo. -dijo la criatura esbozando una pequeña sonrisa.

– Claro que no. -respondió la pequeña. -No lo sabes.

La criatura se acercó a ella y susurró algo en su oído.

La niña se sobresaltó y se llevó ambas manos a la cara. Su corazón dio un ligero vuelco. No lo podía creer, efectivamente aquella criatura sabía su nombre, no obstante, estaba completamente segura de que nunca se habían visto antes. ¿Cómo pudo saberlo?

– ¿Seguirás pensando que soy un extraño?

– No. -dijo ella haciendo puchero, como si se arrepintiese de haberlo llamado “extraño”. -¿Y tú como te llamas?

La criatura suspiró. -Es difícil contestar eso. Me conocen de muchas maneras. Me han dicho “vida”, “tiempo”, “muerte”, “destino”. Me llaman y me han llamado de muchas formas, así que es difícil decirlo.

Bueno, ¿y cómo te gusta a ti que te llamen? -preguntó ella campante. Le pareció muy extraña su respuesta, pero aquella criatura seguía encantándola cada vez más y su curiosidad se acrecentaba.

La criatura permaneció meditabunda mientras tenía la mirada perdida y poco después respondió. -Vishnu.

– ¿Vishnu? -preguntó la pequeña mientras soltaba una ligera risilla. -Qué nombre tan raro.

– Sí, Vishnu. -respondió firmemente. – Vishnu. Según la religión Hinduista, Vishnu, es el dios creador, preservador y destructor del universo; eso me gusta. De cierta manera va relacionada con todos los
nombres con los que me llaman, “vida” , “tiempo”, “muerte”, “destino” y también va relacionada con lo que hago.

– Eres raro. -dijo la niña mientras reía.

Vishnu no pudo evitar sonreír.

– Y bien, ya sabes mi nombre y yo ya sé el tuyo, así que ya no somos unos extraños, ¿no crees?, ¿Ya me vas a decir por qué estás triste últimamente?

La pequeña se enserió otra vez y bajó la mirada hacia el césped. Incluso una pequeña lágrima comenzó a surgir de unos de sus ojos con cierta timidez.

– Mi abuelo se murió hace unos días. -dijo con voz un tono cortada.

Vishnu asintió. -Lo sé. Lo sé. Y lo siento mucho.

– Pero, ¿por qué?, ¿por qué se tuvo que morir? -continuó. Su voz se cortaba cada vez más.

Vishnu respiró hondo. -Lo que me preguntas no es nada fácil de responder pequeña. El lenguaje de la vida y el universo están escritos en un idioma no-humano, así que no hay forma de explicarlo ni comprenderlo mientras se encuentren en el plano terrestre.

La pequeña lo miró con desconcierto. -Te voy a presentar a mi miss de matemáticas.

– Vishnu rió. -¿Y eso, por qué? No gracias.

– Porque los dos me dicen cosas raras que no entiendo.

Vishnu volvió a reír. -Me temo que aún eres muy joven para comprender todo esto. -suspiró-¿Sabes? La muerte intensifica los sentimientos del ser humano. Lo más hermoso que ustedes pueden hacer y que nadie más puede hacer es el amar. Y el hecho de que exista la muerte y sepan que sus seres queridos no estarán para siempre intensifica el amor de una manera única y hermosa.

– Pero lo extraño mucho. -interrumpió la pequeña en un hilo de voz.

– La muerte no es el final. La muerte es muchas cosas, pero no es el final. Volverás a ver a tu abuelito algún día. Aunque los dos esperen el mismo tiempo para volver a verse, para ti la espera parecerá mucho más larga. Para él, en donde está, parecerá que solo han pasado unos cuantos segundos cuando te vuelva a ver…

Ambos permanecieron en silencio, los dos absortos en sus pensamientos. La pequeña intentaba digerir todo lo que escuchaba, aunque realmente no lograba comprender nada. Vishnu, por su parte, permaneció con la mirada distante viendo hacia el otro lado del jardín. -Los dos grandes defectos del ser humano. -susurró para sí mismo. -El miedo a la muerte y la ignorancia sobre la vida después de la muerte.

– Tengo una idea. -dijo Vishnu al cabo de unos cuantos minutos.

La pequeña se volvió a verlo con cierta intriga mientras que Vishnu se acomodaba sobre su lugar para dirigir su cuerpo hacia ella. De pronto, estiró sus largos dedos e hizo unos movimientos en el aire como si la yema de su dedo fuese un pincel y el aire fuese un lienzo sobre el cual pintaba. Sorprendentemente, ante los ojos atónitos de la pequeña, en el aire aparecieron unos pequeños trazos de un intenso color amarillo, como si Vishnu de verdad estuviera pintando sobre el aire.

Incrédula, se talló los ojos con fuerza para cerciorarse de que no se tratara de un sueño. Efectivamente, no lo era, lo que veía en realidad estaba sucediendo. Frente a ella se encontraba Vishnu y en el aire flotaban unos trazos amarillos, luego, poco a poco comenzaron a juntarse y arremolinarse al son del movimiento de las manos de Vishnu. Al final, hizo un trazo más largo en línea casi recta, solo que esta vez era de color verde. Este último trazo verde lo incorporó a una
especie de bola que había formado con los trazos amarillos.

– Listo. -dijo Vishnu finalmente, mientras tomaba su creación que acababa de materializarse frente a ellos y estrechaba su mano para que la pequeña lo tomara.

– Ole. -dijo ella aún sin poder creer lo que acababa de presenciar.

-¿Qué es esto?- Tomó el objeto con delicadeza y lo escudriñó con la mirada, sin dejar de maravillarse por el intenso color amarillo que este poseía. -¡Qué cosa tan bonita!, ¿Qué es esto?

No lo sé. -respondió Vishnu un tanto meditabundo. -¿Te parece si lo llamamos: flor?

– ¿Flor? -respondió ella sin poder evitar mostrar mucha emoción. -¡Sí! Me gusta. Hay que llamarle a esta cosa así… flor. -se encontraba maravillada, pues jamás había visto algo así. Era tan pequeña, del
tamaño de su pequeña manita, pero le pareció simplemente hermosa.

-Me parece, pues te regalo esta flor.

-Gracias. -respondió ella, mientras la acariciaba con dulzura y delicadeza.

-Ahora bien. Haremos lo siguiente. -continuó Vishnu. – Necesito que me pongas mucha atención.

La pequeña volvió su mirada hacia él nuevamente, mientras que sostuvo la flor contra su pecho.

Ahora, quiero que vayas por todos lados, por donde quieras, y le preguntes a tantas personas como puedas si han perdido a algún ser querido.

La pequeña asintió esperando que continuara.

Por cada persona que te responda que ha perdido a un ser amado, yo te regalaré otra de estas…¿cómo las hemos llamado? Ah sí… flor. Por cada persona que te responda que ha perdido un ser amado, yo te regalaré otra flor.

Ella volvió a asentir sin despegar la flor amarilla de su pecho. -Sipi.

Muy bien, pues es hora de irme. Nos veremos después. -dijo Vishnu mientras se levantaba.

-¡Espera! -bramó ella. -¿Pero cuándo te voy a ver otra vez?, ¿Y cómo séa cuántas personas tengo que preguntarles?

-No te preocupes por ello, yo te buscaré otra vez. Y tú pregúntales a
cuántas quieras.

-Adiós Vishnu. – se despidió ella con una gran sonrisa.

-Nos vemos pronto pequeña. -respondió Vishnu en casi un susurro.

……..

Vishnu esperó por un par de minutos con gran calma. Sabía que la pequeña se aparecería por ahí en cuestión de tiempo. Suspiró.

De pronto, ahí estaba, la pequeña caminaba hacia él, tenía la misma mirada y la misma sonrisa con que la recordaba, no obstante, fuera de ello, la pequeña había cambiado bastante. Ya no era aquella niña que conoció alguna vez, ahora tenía más altura, su cabellera antes castaña ahora tenía un ligero tono grisáceo y la gran mayoría de su piel estaba cubierta de arrugas, sus ojos grandes y vivaces ahora eran como un pequeño espejo en el que podías ver reflejados un sinfín de recuerdos y vivencias. Caminaba lentamente al igual que como la conoció, solo que no por tener corta edad, sino por tener ya edad avanzada.

-Nos volvemos a encontrar Vishnu. -dijo ella con una gran sonrisa.

-Así es pequeña. -respondió este devolviéndole la sonrisa.

Ella rió. – Me has conocido de pequeña cuando crecía y ahora me vuelves a ver mientras me voy haciendo más pequeñita otra vez.

-¿Y bien? -dijo Vishnu al cabo de un rato en silencio. -¿Recuerdas lo que hemos dicho la vez que nos conocimos?

-Así es. – respondió ella un tanto conmocionada. – Jamás he vuelto a ver una flor. Recuerdo qué hermosa era.

-Vishnu tomó su mano y comenzó a guiarla por un sendero cercano. Este los conducía por un pequeño monte por el cual ascendieron lentamente. A llegar a la cima de este, luego de unos cuantos minutos, la tomó esta vez del hombro y la guió para que lentamente se girara hacia un costado. De pronto, la pequeña ya no tan pequeña no pudo contener un grito de emoción y se llevó ambas manos a la boca. No lo podía creer.

Frente a ella, se extendía a sus pies un campo repleto de aquella cosa hermosa que Vishnu había hecho para ella tantos años atrás; un campo atiborrado de flores. Este era como el océano o como el cielo, parecía no tener fin. Hileras e hileras de flores crecían hasta el punto en que sus ojos ya no eran capaces de vislumbrar. Era lo más hermoso que había visto en su vida. Estas eran igual d rebelas que la que le había otorgado tantos años atrás, solo que esta vez eran de todos los colores, formas y tamaños posibles; no solo amarillas sino azules, rojas, rosas, blancas, un sinfín de combinaciones. Lo que sus ojos observaban era una perfecta orquesta visual en donde todo se combinaba de una manera única, armónica y perfecta. No tardó en que sus ojos se llenaran de lágrimas y estas no pararon de brotar. Estaba incrédula,no lo podía creer, no tenía palabras para describir lo hermoso y espectacular de lo que encontraba presenciando.

– No puede ser. -dijo en un hilo de voz casi imperceptible. No hallaba las palabras perfectas. Recordó aquella promesa que Vishnu le hizo hace tantos años atrás y enseguida comprendió tantas cosas, sintió tantas cosas, todas al mismo tiempo. Su mente y su corazón eran un torbellino de emociones de todo tipo; era hermoso, era satisfactorio, era doloroso también, era paz, era dicha. La pequeña entendió muchas de golpe, comprendió tantas cosas sobre la vida, la muerte y la existencia.

Se volvió hacia Vishnu aún desconcertada. Seguía conmovida.

Esto es simplemente hermoso. No tengo palabras. -dijo luego de un largo rato, una vez que pudo serenarse.

Vishnu simplemente asintió y sonrió ligeramente.

¿Cómo le llamaremos a esto tan hermoso? -dijo la pequeña ya no tan pequeña mientras se secaba las últimas lágrimas que habían quedado acumuladas en sus mejillas.

Vishnu lo pensó por un instante. -Bien, ¿qué te parece si le ponemos tu nombre?

Ella soltó una risilla. Vishnu pudo casi vislumbrar fugazmente el rostro de la pequeña, tal y como la recordaba, en el rostro de aquella mujer ya anciana.

Me parece. -respondió ella mientras estiraba los brazos al tiempo que miraba hacia el cielo.

– De acuerdo. -continuó Vishnu- Llamémosle… Primavera.

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